Al estar en una calle sin salida la circulación de vehículos es casi nula, desde lo paisajístico esta característica propició crear una estética acogedora, confortable, en equilibrio con la naturaleza. La calle y los espacios para estacionamiento están cubiertos con piedritas, y el jardín de Matices patagónicos se prolonga hasta la calle, desvaneciendo ese límite invisible que hay entre el espacio público y el privado.
La estética del complejo, el equilibrio logrado en el jardín (tanto de día como de noche, gracias a la cuidada iluminación), la construcción, las terminaciones y los detalles de calidad, apuntan a que el visitante se sienta relajado, seguro y cómodo. Las cabañas y el jardín son, además, ámbitos agradables para que los niños jueguen tranquilos.